SAXOFÓN



El saxofón, también conocido simplemente como saxo, es un instrumento musical cónico de la familia de los instrumentos de viento-madera, generalmente hecho de latón que consta de una boquilla con una caña simple. Fue inventado por Adolphe Sax a principios de la década del año 1840. El saxofón se asocia comúnmente con la música popular, la música de Big Band y sobre todo el jazz. A los intérpretes del instrumento se les llama saxofonistas.
Se desconoce el origen de la inspiración que llevó a Adolphe Sax a crear el instrumento, pero la teoría más extendida es que, basándose en el clarinete, instrumento que él tocaba, empezó a concebir la idea de construir un instrumento que tuviera la fuerza de uno de metal y las cualidades acústicas de uno de madera, una especie de “clarinete de metal”. Pero después de un intenso trabajo de pruebas y experimentos sobre modificaciones para lograr una mayor sonoridad y un sonido más metálico, Adolphe Sax se dio cuenta de que había construido un nuevo instrumento

Boquilla

El saxofón usa una boquilla con una sola caña, carece de la ensambladura ya que ésta se inserta directamente en el tudel del saxofón. Las boquillas están fabricadas en una amplia variedad de materiales, las hay tanto metálicas como no metálicas. Las boquillas no metálicas son normalmente de ebonita, de plástico o de caucho duro, a veces de madera, y raras veces de cristal, de porcelana e incluso hueso.
A las boquillas de metal algunos le atribuyen un sonido distintivo, descrito a menudo como “más brillante” que las no metálicas. Algunos músicos creen que las de plástico no producen un buen timbre. Otros saxofonistas, como el profesor Larry Teal, afirman que el material tiene poca repercusión en el sonido, si es que tiene alguna, y que son las dimensiones físicas las que le dan a la boquilla su color tímbrico.
Las boquillas con una cámara cóncava son las más cercanas al diseño original de Adolphe Sax y funcionan muy bien en la interpretación clásica, ya que producen un sonido más suave o menos desgarrador. Por el contrario, en el jazz y la música popular los saxofonistas tocan a menudo con cañas normalmente flojas y con boquillas abiertas. Están adecuadas de manera que el bafle, o “techo”, de la misma esté más cercano a la caña. Por esa razón se crea un flujo de aire más rápido. Esto produce un sonido más claro que acorta fácilmente las distancias existentes en una Big Band o entre instrumentos amplificados. Aunque las aberturas grandes, y el sonido resultante, están comúnmente asociadas con las boquillas metálicas, cualquier boquilla puede tener una. De esta manera se permite una mayor flexibilidad en la afinación, dando cabida a efectos como el bending, común en el jazz y el rock. Los intérpretes clásicos por lo general suelen optar por cañas más duras y por una boquilla con una abertura estrecha y una cámara más baja, produciendo un sonido más oscuro y estable.
Cañas
Los saxofones usan una única caña o lengüeta. Están fabricadas con caña común, pero desde el siglo XX también se han fabricado cañas de fibra de vidrio. Estas cañas son más duraderas pero generalmente se considera que tienen una menor calidad tonal. El tamaño de la caña también depende del tipo de saxofón (alto, tenor, barítono, bajo, contrabajo etc.) al que está destinada.
Las cañas distribuidas comercialmente dependen de una gran serie de marcas, estilos y durezas. Cada saxofonista experimenta con cañas de dureza y material diferente para encontrar la adecuada a su boquilla, embocadura y estilo de interpretación. La dureza se mide habitualmente usando una escala numérica que va del 1 al 4 (con grados intermedios), siendo la 4 la más dura y 1 la más blanda (excepto en el saxofón barítono cuya numeración llega al 5). Normalmente a los principiantes se les recomienda la central; ésta es la caña de 2 1/2.

Sin Adolphe Sax la música sería bien diferente a lo que conocemos hoy en día. Músicos como Lester Young, Coleman Hawkins, Dexter Gordon o Charlie Parker no serían tan vitales en la historia de la música y tal vez el jazz ni siquiera contaría con este profundo e intenso sonido metálico, si este belga no hubiese dejado de lado su profesión de ebanista para inventar el saxofón.

Este instrumento se convirtió en un hijo para él, generándole incluso las alegrías y disgustos propios de tal parentesco. Sin embargo, Adolphe Sax no llegaría a ver brillar el saxofón en todo su esplendor, porque fue a partir de 1920 cuando comenzó a introducirse en las grabaciones de jazz clásico para saltar a la orquesta sinfónica, donde aumentó todavía mas su popularidad.

Para llegar a inventar el saxofón, Adolphe Sax buscó crear un instrumento de viento, que por su timbre y carácter, se aproximase en su sonido a uno de cuerda, pero con mayor intensidad y fuerza. Y sin saberlo creó el alma del jazz, un instrumento capaz de reflejar la tristeza o melancolía de las canciones. Los músicos de Nueva Orleans en los años veinte llegaron a perfeccionar y pulir su técnica y crearon melodías que sin ayuda del saxofón, no podrían sonar de la misma manera.

Pegado a la música desde la infancia

La accidentada vida por la que pasó Adolphe Sax antes de inventar el saxofón pudo haber provocado una historia bien diferente. Según recogen sus biografías, Sax vivió varios episodios accidentados: se precipitó al vacío desde un tercer piso, se tragó un alfiler, se bebió un vaso lleno de lejía, resultó herido por una explosión de pólvora, quemado tras caerle encima una olla con agua hirviendo, intoxicado con gases tóxicos, fue salvado in extremis de morir ahogado en un río y hasta resultó golpeado con un adoquín en la cabeza. Resistió a todo. No así seis de sus diez hermanos.

Los Sax vivían en Dinant, a orillas del río Mosa. Carles-Joseph, el cabeza de familia, era un mañoso arquitecto, ebanista y gran amante y aficionado a la música. Tocaba con habilidad el serpentón, un instrumento de viento-madera con forma de serpiente que hoy en día cuenta con un uso muy marginal, considerado como uno de los padres de la tuba. Su trabajo con la madera no le permitió ahorrar el suficiente dinero como para comprarse un serpentón, pero sí logró hacerse con la materi prima para fabricarse uno. Tuvo éxito. Tanto, que dejó su oficio de ebanista para transformarse en luthier, llegando a convertirse en fabricante oficial de los instrumentos de la Corte de Guillermo I. Adolphe Sax heredaría de su padre su afición por la música y la habilidad para la elaboración de instrumentos musicales.

Adolphe Sax, tras su formación académica, entró de aprendiz privilegiado en la fábrica regentada por su padre. Aunque en un futuro se acabarían invirtiendo los papeles. Los negocios alternativos, siempre relacionados con la música, prosperaron. Todo lo contrario que los de su padre, quien acabó enfrentándose a importantes problemas financieros, hasta el punto de que acabó colaborando con su hijo.

Las innovaciones instrumentales de Adolphe Saxtriunfaron también en París. Se trasladó a vivir a un cobertizo a orillas del Sena hasta que logró establecerse en una vivienda más confortable. En París presenta los saxofones en público por primera ocasión en 1844. Fue patentado en 1846. Es muy probable que esta nueva familia musical, nacida a partir de los clarinetes, fuese inventada incluso varios años antes, pero Adolphe Sax fue perfilando sus saxofones hasta entonces.

Como en un primer momento era la única persona que conseguía hacer sonar esos instrumentos metálicos, Adolphe Sax también se convirtió en el primer profesor de saxofón de la historia, llegando a interpretar bajo la batuta de Héctor Berlioz la primera obra que se conoce para este instrumento, el sexteto Canto Sagrado.

Con el nacimiento de este nuevo instrumento llegaron también los celos y las envidias de sus competidores, hasta el punto de que los rivales de Adolphe Sax se organizaron para tratar de desprestigiar tanto al saxofón como a su creador. Las continuas denuncias para revocarle la patente lo llevaron a declararse en bancarrota en tres ocasiones, y a pesar de todo Adolphe Sax logró fabricar alrededor de 20.000 saxofones entre 1843 y 1860.

Al princio solo gozaron de una excelente aceptación dentro de la música militar, aunque poco a poco fueron incorporándose a las bandas sinfónicas, a las big band y al jazz, estilo de musical en el que se convirtió en una de las grandes referencias. Adolphe Saxideó y creó con sus manos los saxofones, pero los grandes maestros como Charlie Parker (Kansas City, 1920), Lester Young (Misisipi, 1909), Coleman Hawkins (Misuri, 1904), John Coltrane (Carolina del Norte, 1926) o Dexter Gordon (Los Ángeles, 1923) alcanzaron la perfección soplando a través de sus boquillas.

El jazz vivió su época dorada treinta años después del fallecimiento de Adolphe Sax y junto a las grandes figuras de este género musical llegaron historias invérosimiles. Como la de Charlie Parker en el Massey Hall de Toronto en 1953. El músico llegó a la ciudad canadiense en uno de sus peores momentos personales y se presentó al concierto sin su saxofón tras empeñarlo días antes para conseguir dinero para heroína. En una tienda de música le prestaron uno de plástico y junto con Dizzy Gillespie, Charles Mingus, Bud Powell y Max Roach saltó al escenario a ofrecer un recital que la prensa del momento calificó de «concierto del siglo»